Probablemente para mis paisanos y
para quienes compartimos vida junto a este gran hombre de mirada fija, abundante
carisma y constructor de realidades soñados, sería una pecado no llamarlo Padre;
de hecho, no se equivocan, es el padre ejemplar que decenas, cientos de personas
tuvimos en él, padre no sólo en el sentido católico cristiano, sino fue y será
el padre que muchas mujeres, hombres, ancianos, jóvenes y niños en él
encontramos. Nos enseñó a ser cazadores de nuestros sueños, a luchar por lo que
queremos, aprender a beber el agua de nuestro propio pozo, en fin a construir
nuestro paraíso aquí junto a nuestra pachamama, junto a nuestros apus, con
nuestras fiestas, nuestras danzas, nuestra cultura, nuestro idioma.
Tres jóvenes franceses tomaron la
decisión más importante de su vida, como seguramente en este momento otros
hacen lo mismo, hacerse sacerdotes y ponerse al servicio del hombre fuera de
Francia o quedarse en Francia y no ser curas. Se hicieron sacerdotes y llegaron
lo más lejos que pudieron, por encima del nivel del Mont Blanc (Monte blanco el
apu de los franceses que esta sobre los 4,800 msnm); Bernardo, llegó hasta
nuestra tierra, atravesó nuestra apacheta de Oqepuño que supera los 5,000 msnm,
caminó por las faldas de nuestro apu Allinccapa (5,877 msnm), subió al Chichi
Ccapac que está sobre los 5,614 msnm, recorrió las tierras de Carabaya
probablemente más kilómetros que los mismos carabainos: Ayapa, Ituata, Tantamaco,
Corani, Ollachea, Sangaban, las alturas de Chimboya, Qelccaya, cruzó a caballo el
apu Quelccaya que supera los 5,650 msnm. Un hombre alpino, amante de las montañas,
amante del calor humano sobre las gélidas tierras andinas, un hombre siempre dispuesto
para escucharnos: “alé”, “un cafecito”, “imaynalla cashanky”, “alé jóvenes a
trabajar” y tantas otras palabras de aliento.
Hoy mi admiración cruza mares,
ríos y montañas, no sólo enseñó en tierras lejanas a la suya, también en estos
lares formó hombres y mujeres que siguen su ejemplo con ese amor profundo por
el prójimo y con sabiduría, conocimiento de los grandes pueblos que aprendieron
de su historia, para contribuir en la construcción de un mundo de justicia, de
igualdad, de respeto a los derechos fundamentales, de un mundo de equilibrio. Estuve
con ellos hace unos días, con la asociación K´antuta, la asociación Canchis-Gavot,
en el pueblo del padre, asociación que fundo para enlazar pueblos e historias.
Mosoq Runa, la radio Allin Ccapa, y otros sólo son alguno de los proyectos que
apoyan esta asociación. Desde siempre quise estar con ellos para hacerles
llegar mi agradecimiento por la oportunidad que nos dio y la sigue dando a
nuestro pueblo.
Nos toca a los macusaneños honrar
el legado de nuestro padre Bernardo, porque tras de este sueño hay sueños de
decenas de personas, nos toca seguir construyendo con honestidad, trabajo, esfuerzo,
con lealtad a nuestro pueblo, a nuestra cultura, con mucho amor y sabiduría,
desde el lugar donde estemos.
Bernardo Majournal, vive en
nosotros, sus enseñanzas laten amores, por él comprendo que la iglesia no es un
instrumento de control social, ni es el
tentáculo de una doctrina, sino iglesia eres tú, iglesia son ustedes,
iglesia somos todos; la iglesia es aquel espacio de transformación social, aquel
espacio donde el interés de uno comulga con el de los demás, iglesia somos
todos.
Gracias a la asociación K´antuta, a la asociación Canchis-Gavot por haberme permitido estar con ustedes, sé que las palabras
vertidas en este corto escrito son insuficientes para plasmar todo cuanto nos
enseñó Bernardo Majournal, por ello me disculpo.
Salamanca,
abril del 2015
CCOA MAMANI, Vidal.